martes, 8 de noviembre de 2011

Las Organizaciones Comunitarias de Base en Elías Piña

A raíz de la apertura democrática en la República Dominicana con la caída de la dictadura de Trujillo hubo una proliferación de organizaciones de la sociedad civil. La conformación de la Alianza para el Progreso por el gobierno de John  F. Kennedy popularizó el surgimiento de organizaciones internacionales que apoyaron  iniciativas en países de Latinoamérica por parte de movimientos sociales e instituciones del Estado y descentralizadas. CARE es un ejemplo del apoyo de Estados Unidos sobre todo a países intervenidos o con algún tipo de incidencia política del gobierno norteamericano.
Como una forma de aprovechar  recursos externos  y luchar por las reivindicaciones del campesino  surgió el Movimiento Campesino Independiente (MCI) que, si bien era dirigido por agricultores y personas con niveles educativos bajos, fue capitalizado por los sectores  políticos de izquierda y servía en sus orígenes como plataforma organizativa y política para enfrentar al gobierno de Balaguer. Este, como forma de contra restar el impacto del MCI, creó organizaciones paralelas que respondían a sus intereses políticos y con ellas formó la Confederación de organizaciones campesinas  (CONFACA) . La politización del movimiento campesino contaminó  el surgimiento de las organizaciones comunitarias de base como una plataforma para impulsar el desarrollo local. Precisamente por el poco control que tenía el gobierno de Balaguer de las OCB ninguna de las instituciones del Estado vinculadas  a estas le brindó el apoyo necesario para su desarrollo y fortalecimiento. Esa debilidad se ha extendido hasta nuestros días, pese a que a partir del 1978 con el gobierno de Antonio Guzmán se han multiplicado por diez las OCB en todo el territorio nacional, con diferencias notables de región a región y hasta en una misma comunidad las hay con niveles de desarrollo totalmente asimétrico.
En mi experiencia trabajando con estas estructuras comunitarias  me he encontrado con aspectos interesantes. El nombre de estas tiene una vinculación con una creencia religiosa o expresan un ideal de protesta o de esperanza. Uno se encuentra con OCB que se llaman Santa Lucia, la Sufrida o  la Nueva Esperanza. La mayoría tiene una vinculación con otra organización en el nivel provincial, regional, nacional o internacional y sus objetivos  y actividades están condicionados por la organización que las enlaza o patrocina. El estatus legal varía de una organización a otra. Unas tiene decreto de incorporación y sus estatutos han sido actualizados conforme a la ley 122-05 que regula las  asociaciones sin fines de lucro (ASFL), otras tienen unos estatutos que le llevó un promotor que no responden  a la realidad ni al interés de la OCB. Muchas veces ni siquiera lo han leído. La matrícula de miembros suele ser estática  y decreciente lo que evidencia la ausencia de políticas para la inclusión de nuevos miembros. Eso explica la escasa presencia de jóvenes en las organizaciones y la edad avanzada que promedian los socios de la mayoría  de las asociaciones, la que ronda los 60 años. Ese aspecto más los bajos niveles educativos de las personas asociadas limita cualquier iniciativa para el fortalecimiento institucional de las organizaciones comunitarias en esta provincia, muy especialmente las de la zona rural. La estructura organizativa de estas tiene la forma tradicional de presidente, vice, secretario, tesorero, vocales y los demás son miembros. Generalmente se rotan las mismas personas en los cargos y no realizan los cambios de directiva conforme lo establecen los estatutos. Algunas son presididas por personas que no hacen vida activa en la comunidad. Aunque tienen un día, una hora, un lugar de reunión, estas no se realizan en la frecuencia estatuida. Las reuniones suelen depender de su involucramiento e interés con los proyectos y actividades que se realizan en la comunidad. Se reúnen de manera mecánica y desarrollan la misma agenda en años. Esto obedece a que no tienen planes  específicos, salvo tareas y temas propios de la actividad productiva de sus miembros o una necesidad básica insatisfecha, asociada a los servicios de salud, agua potable, educación, electricidad, transporte, y de acceso a la comunidad. Un tema que se ha hecho común en las organizaciones de la zona rural es el que tiene que ver con el robo de animales. La capacitación en gestión organizacional es casi nula aunque algunas tienen miembros con una vasta experiencia en temas comunitarios, a raíz de su participación activa en el MCI y CONAMUCA. Gestión social, contabilidad básica, redacción de informes, planificación, manejo de conflictos, gestión de riesgos, productividad y mercado, manejo sostenible de los recursos naturales, son temas  en los que hay una gran necesidad de capacitación en los grupos y organizaciones comunitarias de Elías Piña. En un mismo territorio puede haber hasta veinte organizaciones  y no tienen planes de coordinación de actividades. En algunos casos hay rivalidad entre una organización y otra provocada por conflictos personales, políticos, religiosos, desaprovechando así  la oportunidad para unir capacidades y experiencias diversas que ayudarían a un mejor uso de los recursos y el tiempo. Otra cosa que afecta a estas  es que no hay registro de actividades por la escasa sistematización y rendición de informes debido a que ningún órgano del Estado le da apoyo y seguimiento. La poca experiencia en esta materia la tienen aquellas organizaciones que han ejecutado algún proyecto con fondos de organismos de cooperación internacional o con alguna ONG. Las OCB financian sus actividades con cuotas asignadas a sus miembros y una que otras ha recibido  alguna donación o algún fondo del presupuesto nacional. Su desempeño precario por los escasos recursos de que disponen y el manejo de los fondos suele generar dudas por la falta de informes y de un registro contable claro.
En definitiva, la tarea que tiene la Dirección General de apoyo a las asociaciones sin fines de lucro (ASFL) para lograr avanzar en el fortalecimiento de las OCB de Elías Piña es ardua. Unas cien organizaciones esperan que definitivamente tengan un espacio para su desarrollo porque hasta ahora el único ejercicio serio de acompañamiento que han recibido ha sido el que hizo el Proyecto para Pequeños Productores de la Región Sur Oeste (PROPESUR) en los años 2002 al 2006, con el apoyo del Secretariado Técnico de la Presidencia y el FIDA.