martes, 19 de abril de 2011

Campesino en casa ajena

El día que aprobé el 6to grado le dije a mi padre que quería seguir estudiando. Me dijo que eso era difícil porque no había donde vivir en el "pueblo". No le volví a tocar el tema hasta que un día fue un amigo suyo a casa. De inmediato mi padre hizo que me suba en una mata de coco para que le "tumbe" un par. Luego de tumbar los cocos Toñe me pregunto en qué curso estaba y le respondí: " pase para el pueblo" . Y de inmediato continuo su conversión con mi padre. Cuanto mas se acercaba la fecha de la inscripción, mayor era mi desconcierto al saber que no tenia " donde estudiar". Un viernes de agosto de 1979  recibí la noticia mas agradable de los últimos meses de ese año: vivirás donde Toñe en El Caobal. Efectivamente mi padre me inscribió en 7mo y el primer lunes de clases hice mi mudanza: una hamaca, el uniforme, un zapato, un par de media, dos calzoncillos, una chancleta de goma, un pantalón y una franela para estar en la casa. El desodorante, la pasta dental y el jabón de baño iban por los dueños de casa, si lo usaban, porque no tenia otra opción. El presupuesto semanal no supero nuca los RD$2.00 y, cuando había, algúnos víveres que traía en ocasiones a pie desde Hato Viejo.  A la semana siguiente se sumo mi tío menor para los mismos fines, con, mas o menos, las mismas prendas, menos la hamaca. La llegada de mi tío significaba un gran alivio para mi durante la luz del sol no se apagaba porque me servía de único compañero generacional y de ocupación. Mi única preocupación era que se "rompiera la soga". La responsabilidad de mi hamaca aumento con la llegada de mi hermano mayor en el próximo año escolar. La verdad es que se porto como una gran señora porque la soga no se rompió durante todas las noches del 80. Fue el año en que mejor aprecie la naturaleza porque era mejor contar las estrellas que dormir. Mi hamaca se colgaba en la sala amarrada de las dos barras laterales que sirven de soporte a los bajantes del techo y tenia que asegurarme de "armar" nuestra cama después que los dueños de casa se acostaban y desarmarla antes de que se levanten por temprano que fuera. Al principio Toñe era un campesino formidable y laborioso, dedicado a la agricultura y al comercio de animales y  respetaba mi rol de estudiante. Sin embargo, cuando su salud se fue deteriorando la tarea de producir era de todos y llego un momento que yo era mas agricultor que estudiante. Cada día que pasaba era peor que el anterior. Eso aumentaba la tensión en el núcleo familiar. Ya mi tío y mi hermano mayor me habían dejado solo. Fue entonces cuando me di cuenta que las historias es mejor contarlas que vivirlas y reflexione sobre " la vida en casa ajena". El que vive en la casa de alguien tiene que respetar todas las reglas: las que existen y las que no existen. Siempre es parte de los conflictos y en ocasiones es el culpable sin ni siquiera darse cuenta de que existen. La comida siempre es buena aunque vomite a escondidas. Nunca esta cansado para el trabajo aunque no pueda levantar los brazos. Dario lo explica muy bien: " duerma en el suelo, pase hambre, aguante de todo, pero estudie porque esas son cosas que pasan alguna vez, pero si abandona la escuela por eso, las pasara toda la vida".