miércoles, 6 de diciembre de 2017

Mágico Hato Viejo


Cuando recuerdo algunas vivencias de ese terruño considero que Macondo es nada comparado con la magia de esa comunidad. 
Recuerdo que una noche, de esas que no te ves la palma de las manos, veníamos mi primo César y yo de Los Cerros y al llegar al paso del canal vimos una luz de un vehículo que venía desde Candelón. Cuando lo advertí no quise decir nada porque, aunque mudamos,dimos agua a los animales y veníamos juntos, no hablábamos por una jugada de out del juego de pelota.
Con frecuencia nosotros antes de regresar del conuco jugábamos pelota en Punta Alegre. Ahí nos juntábamos una gran cantidad de jóvenes los fines de semana y algunas tardes a jugar en la sabana de Lorenza, con el apoyo y la complicidad de dos de sus hijos que vivían alrededor del play y que siempre fueron aliados de nosotros. Con ellos aprendí a tener amigos adultos porque eran fanáticos del juego.
Mi primo y yo siempre éramos los dirigentes de los equipos en los que jugamos, por esa razon nunca coincidíamos para jugar juntos, eso provocaba algunas discusiones por jugadas.
Ese día sucedió una jugada interesante: yo jugaba segunda base, había corredores en segunda y primera, el bateador dio una línea muy cerca de la base, casi rosante con la tierra, me tiré hacia la pelota y la atrapé de aire, el guante quedó sobre la base de donde se desprendió el corredor hacia tercera y el de primera ya estaba en segunda; me paré, lancé a primera y completé el triple play. Es una jugada escasa, confusa y sorprendente. Ellos alegaron que la pelota había hecho contacto con el terreno, solo admitían un out cuando en realidad fueron tres. Ahí se terminó el juego de ese día y Cesar y yo nos pasamos el resto de la tarde y parte de la noche sin decirnos nada, pero juntos al fín, porque peleábamos en cada juego pero yo era su mejor fanático y creo que él gozaba verme jugar. No había un solo día en el que no jugáramos un par de entradas nosotros solos, en uno de esos juegos nos tiramos la pelota, el jarro de medir el arroz, un pedazo de piedra del fogón y al día siguiente dormimos en el suelo en el cuarto de los santos escuchando un juego del Licey y el Escogido que se termino a las dos de la mañana. Felipe Alou dirigía al Escogido y Manuel Mota al Licey, en varias ocasiones llegó un corredor a tercera sin out y el dirigente contrario ordenaba llenar las bases por bolas. Licey ganó con un doble de Rafael Landestoy.
A medidas que caminábamos veíamos la luz del vehículo que se acercaba a la escuela de Hato Viejo, aceleramos el paso para encontrarnos con él en las Tres Cruces de Mageno. De repente desapareció la luz, cuando llegamos al lugar nos encontramos con una gran cantidad de personas que acudían cada noche a la familia mas acogedora que he conocido. A donde Mageno iba todo el que quería pasar un rato jugando dominó o barajas por las noches.
El miedo hace muchas cosas, nos dijeron. Pero no era miedo el hombre con la linterna en el canal que caminaba a mi lado, no era miedo el cocuyo que me acompaño desde Junquito hasta mi casa.Cosas mágicas pasan en Hato Viejo.

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