miércoles, 6 de diciembre de 2017

Ganar a largo plazo.


Un amigo me invitó a hablar un poco de política. El es un hombre inteligente, dotado de una capacidad de maniobras impresionante, tanto que  si lo invitan de padrino puede terminar siendo el esposo.
Entendía que en un municipio de la provincia ganaríamos porque en el proceso anterior " perdimos por un voto". Es decir, los votos estaban en un saco guardados y solo había que buscar dos mas. Para el nuevo proceso hubo un candidato diferente al derrotado en las elecciones anteriores, pese a la lógica de mi amigo, el nuevo candidato se sentía derrotado antes de competir. Como algunas personas me conceden dominios o competencias que no tengo me invitaron a una reunión de "análisis" de la situación política y las perspectivas electorales para el joven candidato. Él inició la discusión y su primera pregunta fue si los presentes veíamos una posibilitad de que él no perdiera. Hubo opiniones muy juiciosas y todas apuntaban a que ganaría las elecciones. Al final intervine y le respondí que para no perder tenía dos opciones: ganar o no ser candidato. Todos se echaron a reír y tomaron mi intervención como si me estuviera burlando. Pese al incidente, me invitaron a una nueva reunión con el objetivo de pactar una alianza y ceder la candidatura a otra persona. Me opuse, y lo hice por dos razones: el candidato nuestro podía esperar, si perdía ese proceso con su participación iba construyendo su proyecto y la otra razón era que los aportes del aliado no contribuirían a evitar la derrota. Se dio la alianza y no se obtuvo ni una posición en el proceso.

En mi lógica pendeja creo que se puede ganar a largo plazo, aunque en el momento parezca una pérdida, y eso ha sido filosofía de vida para mi. En el 1997 recibí una oferta de trabajo en una ONG internacional, con la única condición de que tendría que vivir fuera de Comendador. El salario era diez veces mayor al que devengaba en mi tanda de maestro en el liceo nocturno Gastòn F. Deligne. Mas la posibilidad de estudios y viajes al exterior. La rechacé. Y lo hice por razones varias, que no son objeto de estas lineas.

Pienso que en la toma de decisiones hay que hacer un ejercicio sencillo. Siempre me pregunto ¿si hago esto hoy cómo me veo en siete años? Siete años porque mis plazos giran alrededor de sietes años, antes eran a 20 años y cada persona tiene plazos distintos, porque lo que usted será al final es el resultado de sus decisiones anteriores.
No tuve una novia hasta los 25 años, quizás por eso en algún momento quise reponer todas las atrasadas, porque no tenía con qué comprar el chicle duble para "masticar caña o pata de gallina". Pero eso respondió a una prioridad: mi educación. Esa fue una opción que siempre tuve clara, y ese es el mensaje que les quiero transmitir a los jóvenes que pierden su tiempo leyendo lo que escribo: ganar a largo plazo.

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