domingo, 7 de octubre de 2012

Elías Piña, escritos y escritores

Escribir es una actividad intelectual exigente que es inducida por  la escuela y se aprende desde el primer día de clases hasta el último minuto de existencia.
A una pregunta de Plinio Apuleyo Mendoza hecha a García Márquez sobre alguna enseñanza útil para su vida de escritor, este le respondió:” Una que le escuché a Juan Bosch en Caracas…Dijo que el oficio de escritor, sus técnicas, sus recursos estructurales y hasta su minucioso y oculta carpintería hay que aprenderlas en la juventud. Los escritores somos como los loros, que no aprenden a hablar después de viejos”.
Si la escuela es la industria de los escritores, en una provincia en la que los indicadores negativos son casi el doble de la media nacional, ha de suponerse que los profesionales del lápiz y el papel, conforme a la escuela saramaniega, son escasos porque la educación es deficiente por una serie  de factores como son las pocas horas de clases que se imparten, maestros mal pagados y mal formados…Sin embargo, esta patria chica ha parido o adoptado plumas de mucha valía por los títulos publicados y la vinculación de esas obras con el desarrollo provincial.
Adriano Sánchez Roa es el más prolífero exponente de las letras en esta provincia, con más de doce obras escritas, las que abarcan diversos géneros. Los Desamparados de la Tierra (ensayo), Cuando el amor nace primavera (poesía), Otros cuentos escritos en el mismo exilio (se referirá al exilio que dio como título a una obra de Bosch), Los amores inmortales (novela).
Hacer un juicio de valor sobre la obra  de un escritor en plena producción literaria es arriesgado, sin embargo, me atrevo a decir que Adriano se gradúa como escritor con la publicación en 2003 de la novela Contigo voy a la gloria, escrita con un lenguaje sencillo y con párrafos cortos y de fácil lectura. Si a esta novela de le extrae el contenido romántico, expresado en los AMORES de Amadeo y Eloísa, lo que queda es un hermoso himno a la provincia, con sus costumbres, sus ciudades, sus recursos naturales, su gente, sus rasgos distintivos de hombres y mujeres buenas y laboriosas, hospitalarias, creyentes y acogedoras, salpicadas de alguna superstición tercermundista. Hondo Valle, Guayabo, El Pino, Santa Teresa (Comendador, interpreto yo), El Carrizal, son algunos de los nombres de localidades que se pueden encontrar en las páginas de Contigo voy a la gloria   (pág. 15,17, 19, 20…).
Haroldo Dilla Alfonso es un ciudadano que la patria de José Martí nos ha regalado. Ha escrito una gran cantidad de ensayos basados en estudios e investigaciones en toda América Latina. Lo incluyo en este breve escrito como un escritor “adoptado” por sus más de cinco publicaciones sobre la frontera dominico-haitiana, de la que esta provincia es el centro. Sobresalen los ensayos Aproximaciones críticas a los complejos urbanos transfronterizos, Frontera en Transición , La migración transfronteriza urbana en la República Dominicana y La apertura comercial transfronteriza: oportunidades y obstáculos para el desarrollo local en la provincia Elías Piña.  Esas obras son valiosos aportes para el conocimiento de la compleja y conflictiva realidad de la frontera y las condiciones materiales en que viven los habitantes de esta parte de la patria de Duarte. Ofrecen datos socioeconómicos y demográficos actualizados. Ayudan al conocimiento de las particularidades culturales, poco estudiadas, de aquí. En el último párrafo de la página 282 de Frontera en Transición se lee: “El Gaga de Elías Piña, el cual encierra la propuesta más sui generis y diferenciadora que encontramos sobre esta manifestación en la frontera y en el resto del país. Su concepto es en base a la teatralización y la gestualidad”.
El mayor aporte que estos títulos le ofrecen a la provincia y al país son los ensayos referentes a la migración y a las relaciones comerciales binacionales, con la identificación de actores, flujos, volúmenes, problemática y brechas para el desarrollo de la frontera. Dilla es el ciudadano que más publicaciones ha hecho sobre la realidad de la frontera dominico-haitiana.
Rafael E. Caamaño Castillo es un ensayista nacido y radicado toda su vida en esta provincia. Es el embajador de las letras de aquí. Aunque tiene varias publicaciones es conocido por su ensayo histórico Comendador, apuntes para su historia. A él acuden nóveles y los más acuciosos investigadores en busca de informaciones históricas y genealógicas de Elías Piña.
Cuando Mario Vargas Llosa escribió su interesante ensayo sobre la frontera dominicana lo hizo sobre la base de su visita a La Mansión de Trujillo, hoy liceo técnico Santa Teresa de Jesús, y a Bánica, acompañado de su entrañable amigo, José Israel Cuello, en busca de informaciones  para escribir  La Fiesta del Chivo, publicada en el 2000. O “El Canto Triste a la Patria Bien Amada” de Héctor Incháustegui Cabral, uno de los máximos representantes del movimiento literario Los Independientes del 40, que describe el campo agreste, el sur dominicano, con el polvo, la miseria y el dolor del agricultor porque no puede hacer a la tierra parir. El siguiente fragmento ilustra el comentario anterior.
“…Una mujer que va arrastrando su fecundidad tremenda,
Un hombre que exprime paciente su inutilidad,
Los asnos y los mulos,
Miserable coloquio del hueso y pellejo;
Las aves de corral son pluma y canto apenas,
El sembrado sombra,
Lo demás es ruina…”
Termino aquí la lista no porque no haya más escritores sino porque he tenido que romper más de cincuenta hojas de papel para escribir tres páginas.
   

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