El día que se vieron por primera vez era
jueves por la mañana, cuando ella era apenas una adolescente con experiencias
de la vida adulta. Remedio acudió a la invitación de la promotora para
asistir a una charla que vendrán a dar unas personas sobre la lactancia
materna, para sorpresa suya la facilitación la haría alguien que nunca había
lactado ni a un chivito huérfano, hecho que le despertó curiosidad porque a su
temprana edad ella sí sabía qué significaba amamantar a una criatura del
vientre de una mujer.
_ ¿Qué sabrá este de lo que va a
hablar?- le pregunto a su amiga de escuela y vecina-.
_ Vayámonos, -fue la respuesta de Titi-.
Algo extraño pasó porque Remedio no quiso
irse, le dijo a la amiga que ya que estaban en el lugar esperaran para
ver lo que iba a decir el facilitador. Diez minutos más tarde comenzó la
charla, con la presentación de los participantes, en su mayoría mujeres y uno que
otro joven curioso, esposo o enamorado de alguna de las jóvenes
presentes.
_ ¿Quienes son madres?- pregunto el
facilitador-
El corazón de Remedios se acelero y tuvo
sentimientos encontrados porque no sabía si decirle a un extraño que a su edad
era madre, pero las amigas que la conocían no le dieron alternativa, levanta la
mano, le dijeron y ella con cierta timidez levanto su mano derecha de forma
casi imperceptible. Así se produjo el primer acercamiento del facilitador con
Remedio. Se acerco a ella y le pregunto por qué no quería levantar las manos y
dio una respuesta simple: "la levante y usted no la vio", dijo.
A partir de ese hecho el facilitador
fue hechizado por la mirada tímida de una adolescente madre con los ojos mas
lindos que pueda tener mortal alguno, pero lo que él no imagino fue que el trato afable y la atención especial
que dedico para escucharla a ella iba a despertar algún tipo de curiosidad por
su "maestro".
Al final de la charla ambos esperaban un
espacio para coordinar el próximo encuentro para profundizar la
"amistad" por cierta "empatía" entre ellos. Y se juntaron. Él
llevo a su amigo y ella a su vecina y el camino le hizo una mala jugada,
pasaron más de dos horas empujando el vehículo que los transportaba a una
cascada hermosa en Rio Limpio. Eso no evito que se bañaran junto a otras 20
personas en las mismas entrañas de la Cordillera Central, con 40 ojos de
testigos.
Ellos no pensaron que esperarían 20 años para
volverse a ver y que ese reencuentro sería tan intenso como el momento en que
Romeo, al creer muerta a Julieta, se envenena y esta, intentando salvar a su
hombre, succiona el veneno de sus labios.
Era el final de la mañana cuando ella
regresaba del trabajo el día que se encontraron. Él esperaba un carro público
cuando sonó su teléfono, era ella que lo había contactado para saludarlo sin que
él se imaginara que ella estaba parada
su lado en un vehículo moderno dispuesta a regalarle un poco de su tiempo.
¿Cuál
es la ruta?-pregunto Remedio-
-Tú decides, -respondió el facilitador-
-Tengo cinco minutos, respondió Remedio.
Ahí se inicio una amena conversación entre
dos amigos que se buscaban, se extrañaban, con anhelos, historias, proyectos, aspiraciones
inconclusas, con ganas de perderse en un abrazo que fusione sus cuerpos de
forma tal que ni mil toneladas de dinamita los separe.
De repente el facilitador advierte un
dispositivo electrónico.
-Te están vigilando, le dijo el facilitador a Remedio.
-¿Por qué?- pregunto ella.
El facilitador le enseño un aparatito instalado
en su vehículo y le pregunto qué es eso. Cuando Remedio lo vio su cara era un
poema, sus ojos tomaron el color de un arco iris y sus labios perdieron la
humedad que produce la feromona de una mujer que siente testosteronas a medio
metro.
-Tengo problemas, no había visto eso, dijo
atormentada Remedio. Se dio la vuelta, intento despegarlo, pero su esfuerzo
fue en vano. A partir de ahí vivió los minutos más intensos del año, llamo a un
técnico, a dos, a tres y cada vez
aumentaba la preocupación. Al caer la tarde tuvo al fin la conclusión. Era una repetidora de la cobertura de la alarma
contra el robo.