A poco más de dos años de las elecciones nacionales ya se
pueden visualizar escenarios posibles. Las encuestas que se han realizado hasta
la fecha presentan al PLD en un cómodo primer lugar y al PRM también en un cómodo
segundo lugar. El partido de Bosch en algunas encuestas hasta duplica a su más
cercano competidor y la joven organización de la oposición, de paternidad
colegiada, triplica a sus colegas. El PRD y el PRSC no dan señales claras de
que se presentarán con propuestas propias, el partido de Peña Gómez tiene una
sola figura visible, Miguel Vargas Maldonado, y en el de Balaguer se observa
cierto liderazgo en Federico Antún Batlle, el senador José Hazim Frappier y el diputado Víctor Bisono. En
ambos partidos los liderazgos tienen inclinaciones públicas o privadas al PLD o
al PRM, razón por la que en este escrito no serán vistos como opción de poder y
no analizaré ese escenario.
Para el PLD las elecciones del 2020 tendrán una gran significación
porque definirán varios aspectos que determinarán si esa organización continuara
siendo la primera y una institución política fuerte que sustenta el sistema de
partidos en la República Dominicana o si, por el contrario, elige agrietarse y, de paso, llevarse consigo
la institucionalidad partidaria del país. Sí, porque quienes juegan a la división
del PLD no se detienen a pensar en que están jugando al debilitamiento de la única
organización que ha sobrevivido a las divisiones en los últimos tiempos.
En todos los estudios de opinión el presidente Medina, Leonel
y Margarita encabezan los resultados. Eso quiere decir que, al momento de este
escrito, el Presidente del país para el
2020 es un peledeista. En el caso del señor Presidente hay un impedimento
constitucional. En la reforma a la Constitución votada el 13 de junio del 2015
se estableció una disposición transitoria que reza así: “Vigésima: En el caso de que el Presidente
de la República correspondiente al período constitucional 2012-2016 sea
candidato al mismo cargo para el período constitucional 2016-2020, no podrá
presentarse para el siguiente período ni a ningún otro período, así como
tampoco a la Vicepresidencia de la República”. Pero eso no está escrito
con tinta china como dicen en mi campo, la democracia tiene los mecanismos para
que la población decida si quiere
mantener ese impedimento o, si por el contrario, quiere que el actual
mandatario se presente a un tercer periodo consecutivo. Si se mantiene el
impedimento habrá que ver entonces cuál será la actitud de Danilo Medina, ¿apoyará
a un aspirante de su sector dentro del partido o será neutral? Una posición neutral
del Presidente sería un apoyo indirecto a Leonel Fernández porque de sus oponentes internos ninguno alcanza un 20% en las encuestas y
todos juntos no llegan a un 30%. El apoyo de Medina a uno de su entorno haría la
competencia interna más reñida, pero de todas formas triunfaría el presidente Fernández,
según el mercado de opinión, entonces no sería inteligente por parte del
mandatario exponerse porque no dirán que el precandidato fue derrotado por
Leonel, sino Medina.
Para Leonel se presentan cuatro situaciones. La primera que
tiene que decidir es si por algún mecanismo Danilo Medina se decidiera a habilitarse para
el proceso venidero qué hará: ceder el paso o competir. Creo que competirá y
debe competir para sincerizar su espacio en el mercado electoral dominicano,
cuyos resultados le servirán para el próximo paso: apoyar al vencedor en su organización
política o enfrentar al candidato, al estilo de Álvaro Uribe en Colombia o
Rafael Correa en Ecuador. Y, aunque aprendí de mi madre que “el chivo que brinca se garrancha”, no se debe descartar esta posibilidad porque las elecciones del 2020 sellarán la vigencia o liquidación de uno de los dos grandes líderes del PLD porque la discusión no es solo por la Presidencia de la República, también se trata de decidir quién es el que reparte los sobresitos para la reestructuración del partido de Bosch. Ya hemos visto que quien administra el presupuesto nacional tiene ganancia de causa en los procesos internos del partido de gobierno.Otra decisión
importante para Leonel es decidir si valorar el posicionamiento de Margarita,
su esposa, y apoyar una aspiración suya a la Presidencia de la República y con
ello podría evitar un enfrentamiento
duro entre su sector y el del presidente Medina, además de que la población la vería
a ella como una oferta más fresca. Y, por último, como presidente del partido,
ser un árbitro del proceso de selección del candidato de la organización que dirige.
Esta última posición es la más remota de las cuatro porque es como pedirle a un gallero
que no apueste a su gallo y nadie es totalmente imparcial. Desde mi óptica Leonel está conminado a presentarse como candidato para la contienda del 20 porque de no hacerlo se convertirá en un general sin tropa y perderá el espacio alcanzado en su carrera política por no haber servido de muro de contención contra esa avalancha que amenaza con herir de gravedad la democracia dominicana.
Margarita Cedeño tiene la dicha y la desdicha de ser la esposa
de Leonel, y la ficha de ella se mueve de acuerdo al movimiento de la de su
esposo. Ha brillado con luz propia, nadie le ha regalado nada, se ha posicionado
por su gran labor, primero como dama y segundo como vice, lo que demuestra que
es por ella y no por el rol, y si alguien tiene dudas que evalúe otras/os en la
misma posición.
En fin, el PLD tiene en sus manos la victoria o la derrota.
El PRM es la otra opción de poder visible para el 2020. Es
una estructura joven, pese a ello hoy se publicó un estudio en el que uno de
los hallazgos es que la oposición dominicana esta desfasada.
Hipólito Mejía, Luis Abinader y David Collado parecen ser los
competidores internos para las próximas elecciones. Mejía carga en sus hombros
los estragos de su gobierno y un discurso fuera de tiempo. Abinader no tiene
chispa y su discurso no prende, así que
no se sorprendan si el alcalde del Distrito Nacional le rebasa llegando a la
curvita de Simón Alfonso Pemberton.
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